Toda persona que se inicia en la redacción de informes, si su intención es lograr total entendimiento de los mensajes que desea comunicar debe preocuparse por tomar pleno conocimiento de las normas y reglas elementales de la lógica, la semántica y la gramática. Los códigos supuestamente convenidos entre el informante y el lector jugarán un papel predominante para esa comprensión.
La redacción, así, es la expresión escrita y ordenada de los pensamientos y sentimientos; dicho de otro modo, es escribir bien lo que se piensa y lo que se siente. Cuanto mejor estructurado estén esos pensamientos más óptima será la comunicación.
La redacción, así, es la expresión escrita y ordenada de los pensamientos y sentimientos; dicho de otro modo, es escribir bien lo que se piensa y lo que se siente. Cuanto mejor estructurado estén esos pensamientos más óptima será la comunicación.
La redacción demanda de modos y formas de raciocinio para expresar un pensamiento; a este conjunto de palabras escogidas, ordenadas y enlazadas racionalmente y que logran la significación deseada, se le conoce como razonamiento lógico. Por tanto, la forma y el orden como estén integrados los enunciados determinan la calidad de la expresión de los pensamientos.
De acuerdo a Gonazáles Reyna (1990), en el proceso de la redacción son necesarios tres elementos de la lógica: las formas del pensamiento, los métodos de razonamiento y las falacias.
Las formas del pensamiento, son operaciones mentales que tienen su propio proceso. Ellos son la aprehensión, el juicio y el raciocinio.
La aprehensión, es la percepción o la evolución de una imagen conceptual del objeto que se traduce en palabras. El juicio, es la afirmación o negación de la existencia del objeto. El raciocinio, en cambio, es la producción de nuevos conocimientos teniendo como base juicios o proposiciones ya conocidos. Como se puede ver, son fases que aumentan de complejidad en la medida en que el pensamiento se acerca al análisis e interpretación de los hechos para inferir nuevos conocimientos, pudiendo romperse el proceso sólo en la primera o segunda forma de pensamiento sin llegar al raciocinio. El informe psicológico, en tales casos, disminuiría o perdería su competencia profesional.
Los métodos de razonamiento, más comunes y que pueden cubrir las necesidades de la especialidad son: el método inductivo y el método deductivo.
Según el método inductivo el raciocinio parte de uno o varios hechos, sucesos o fenómenos particulares para obtener una conclusión generalizable a todos ellos. La inducción puede darse por analogía, caso en el que la generalización se da a todos los objetos similares; o puede darse también por relación de causa a efecto, en la que a causas iguales corresponden efectos iguales.
Según el método deductivo el raciocinio opera por silogismo, empieza de uno o dos juicios generales para obtener conclusiones particulares. En otros términos, son indispensables las premisas o juicios generales para inferir una conclusión particular.
Las falacias, entre tanto, son defectos o alteraciones del raciocinio no intencionados para llegar a una conclusión. Lo contrario, es un sofisma; es decir, si estas alteraciones del raciocinio son premeditadas e intencionadas para llegar a una conclusión. Sin embargo, en la práctica diaria es frecuente ver cómo se distorsiona un sofisma como falacia, porque la intencionalidad no se quiere reconocer o porque pasa por desapercibida.
Por otro lado, se debe reconocer que existen errores naturales del pensamiento por uso impreciso o desordenado de las palabras o por una relación impropia de los juicios, a los que se le denomina falacias lógicas; y, aquellos otros errores producidos por influencia de variables del sentimientos llamadas falacias emocionales (Gonzales Reyna, 1990).
La semántica es considerada como una ciencia que trata sobre la significación de las palabras, entendida ésta como un proceso donde interviene la conceptualización del objeto llamado también contenido y la expresión que puede ser acústica o gráfica del objeto.
Lo anterior exige del protagonista o redactor de informes, el conocimiento pleno y preciso de las palabras, es decir, el significado de ellas antes y durante la transmisión de su mensaje, con el objeto de lograr justo entendimiento de sus lectores y, eventualmente, de sus oyentes.
Sin entrar en mayores detalles, es conveniente conocer que el significado de las palabras se dan dentro de tres modalidades distintas: sinónimas, que se refieren a distintas palabras que tienen el mismo significado; homónimas, que se refieren a palabras que se pronuncian del mismo modo pero tienen distinto significado; y antónimas, son aquellas palabras que tienen significados opuestos.
Ejemplos: Sinónimas
Excitación, agitación, conmoción
Sensible, apreciable, perceptible
Homónimas
Amase – de amar – de amasar
Vino – de venir – de bebida
Saco – de sacar – de vestido – de bolsa
Antónimas
Estable – inestable
Paciencia – ira
Sereno – turbado
La gramática se entiende como el arte de hablar y escribir bien un idioma. Para lograrlo, es necesario el conocimiento de la ortografía y sus reglas, y de la sintaxis y las transformaciones que se dan en concordancia a los mensajes que se quiere transmitir.
De acuerdo a Gonazáles Reyna (1990), en el proceso de la redacción son necesarios tres elementos de la lógica: las formas del pensamiento, los métodos de razonamiento y las falacias.
Las formas del pensamiento, son operaciones mentales que tienen su propio proceso. Ellos son la aprehensión, el juicio y el raciocinio.
La aprehensión, es la percepción o la evolución de una imagen conceptual del objeto que se traduce en palabras. El juicio, es la afirmación o negación de la existencia del objeto. El raciocinio, en cambio, es la producción de nuevos conocimientos teniendo como base juicios o proposiciones ya conocidos. Como se puede ver, son fases que aumentan de complejidad en la medida en que el pensamiento se acerca al análisis e interpretación de los hechos para inferir nuevos conocimientos, pudiendo romperse el proceso sólo en la primera o segunda forma de pensamiento sin llegar al raciocinio. El informe psicológico, en tales casos, disminuiría o perdería su competencia profesional.
Los métodos de razonamiento, más comunes y que pueden cubrir las necesidades de la especialidad son: el método inductivo y el método deductivo.
Según el método inductivo el raciocinio parte de uno o varios hechos, sucesos o fenómenos particulares para obtener una conclusión generalizable a todos ellos. La inducción puede darse por analogía, caso en el que la generalización se da a todos los objetos similares; o puede darse también por relación de causa a efecto, en la que a causas iguales corresponden efectos iguales.
Según el método deductivo el raciocinio opera por silogismo, empieza de uno o dos juicios generales para obtener conclusiones particulares. En otros términos, son indispensables las premisas o juicios generales para inferir una conclusión particular.
Las falacias, entre tanto, son defectos o alteraciones del raciocinio no intencionados para llegar a una conclusión. Lo contrario, es un sofisma; es decir, si estas alteraciones del raciocinio son premeditadas e intencionadas para llegar a una conclusión. Sin embargo, en la práctica diaria es frecuente ver cómo se distorsiona un sofisma como falacia, porque la intencionalidad no se quiere reconocer o porque pasa por desapercibida.
Por otro lado, se debe reconocer que existen errores naturales del pensamiento por uso impreciso o desordenado de las palabras o por una relación impropia de los juicios, a los que se le denomina falacias lógicas; y, aquellos otros errores producidos por influencia de variables del sentimientos llamadas falacias emocionales (Gonzales Reyna, 1990).
La semántica es considerada como una ciencia que trata sobre la significación de las palabras, entendida ésta como un proceso donde interviene la conceptualización del objeto llamado también contenido y la expresión que puede ser acústica o gráfica del objeto.
Lo anterior exige del protagonista o redactor de informes, el conocimiento pleno y preciso de las palabras, es decir, el significado de ellas antes y durante la transmisión de su mensaje, con el objeto de lograr justo entendimiento de sus lectores y, eventualmente, de sus oyentes.
Sin entrar en mayores detalles, es conveniente conocer que el significado de las palabras se dan dentro de tres modalidades distintas: sinónimas, que se refieren a distintas palabras que tienen el mismo significado; homónimas, que se refieren a palabras que se pronuncian del mismo modo pero tienen distinto significado; y antónimas, son aquellas palabras que tienen significados opuestos.
Ejemplos: Sinónimas
Excitación, agitación, conmoción
Sensible, apreciable, perceptible
Homónimas
Amase – de amar – de amasar
Vino – de venir – de bebida
Saco – de sacar – de vestido – de bolsa
Antónimas
Estable – inestable
Paciencia – ira
Sereno – turbado
La gramática se entiende como el arte de hablar y escribir bien un idioma. Para lograrlo, es necesario el conocimiento de la ortografía y sus reglas, y de la sintaxis y las transformaciones que se dan en concordancia a los mensajes que se quiere transmitir.
La ortografía.- Es la parte de la gramática que enseña a escribir correctamente mediante la articulación de letras y los signos auxiliares de la escritura. Por eso, se puede conceptuar a la ortografía como el foco fundamental de la redacción.
La razón de algunos autores de creer que la ortografía es el conocimiento hecho hábito, permite inferir la importancia que tiene para el redactor saber sus reglas, aunque su aprendizaje y su dominio dependerá mucho de la práctica persistente y tenaz. No existe otro camino más agradable que sustituya a la necesidad de dicho ejercicio firme.
La articulación de las letras permiten formar sílabas, el enlace de sílabas forman palabras y la unión de palabras llevan a la conformación de frases y oraciones y, finalmente, el discurso.
Interesan a la ortografía, entonces, las letras, las sílabas y las palabras. En otros términos, interesa la correcta expresión gráfica de ellas.
La razón de algunos autores de creer que la ortografía es el conocimiento hecho hábito, permite inferir la importancia que tiene para el redactor saber sus reglas, aunque su aprendizaje y su dominio dependerá mucho de la práctica persistente y tenaz. No existe otro camino más agradable que sustituya a la necesidad de dicho ejercicio firme.
La articulación de las letras permiten formar sílabas, el enlace de sílabas forman palabras y la unión de palabras llevan a la conformación de frases y oraciones y, finalmente, el discurso.
Interesan a la ortografía, entonces, las letras, las sílabas y las palabras. En otros términos, interesa la correcta expresión gráfica de ellas.
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